Cerca de 150 asesinatos se han registrado entre el miércoles y el domingo de la semana pasada en el estado brasileño de Ceará (noreste), donde agentes de la Policía Militarizada continúan este lunes amotinados y en huelga para exigir una mejora salarial.
La Secretaría de Seguridad Pública de Ceará informó en su último balance que solo el domingo hubo 25 "crímenes violentos letales" para totalizar 147 en cinco días, pese a la presencia del Ejército en las calles, autorizada desde el jueves por el presidente brasileño, Jair Bolsonaro.
El paro de los policías militarizados, que en Brasil se encargan de patrullar y tienen prohibido declararse en huelga por su estatus de militar, comenzó el pasado martes por la noche y ha sumido a Ceará en una grave crisis de seguridad que ha desembocado en un repunte de los homicidios.
Según el Gobierno brasileño, unas 2.800 personas, entre militares y agentes policiales, realizan labores de patrullaje en todo el estado.
La huelga de los policías militarizados ha coincidido además con el carnaval, la mayor fiesta de Brasil, lo que ha obligado a cancelar todos los eventos programados en al menos nueve ciudades cearenses.
En paralelo, la Justicia militar ha suspendido, por el momento, a más de 200 policías que decidieron adherirse a la huelga.
Uno de los momentos de más tensión vivido en los últimos días en Ceará fue cuando el senador laborista Cid Gomes recibió dos disparos en el pecho en la ciudad de Sobral.
Brasil vivió un episodio parecido en 2017, cuando los policías militarizados del estado de Espírito Santo (sureste) estuvieron en huelga durante 21 días igualmente para demandar mejores condiciones labores y un aumento salarial.
Entonces, el paro de los agentes provocó también en su primera semana una inusual ola de violencia con cerca de 150 muertos.